Deforestación: despejar árboles de un bosque para obtener madera o para que el terreno sea usado para otra cosa.
Gestión del ecosistema: uso del conocimiento sobre el medio para solucionar problemas que se dan entre los humanos y la naturaleza.
¿Te acuerdas de la última vez que te sentaste bajo la sombra de un árbol para refrescarte? Mientras lo hacías, puede ser que vieras una abeja zumbando alrededor y polinizando flores. Quizás las flores pasaron a ser sandías o brillantes tomates rojos. Desde estas diminutas abejas que polinizan nuestra comida hasta los enormes árboles que generan sombra, los humanos nos beneficiamos de la naturaleza de muchas formas.
Los beneficios de un área o ecosistema son llamados servicios ecosistémicos. Algunos son fáciles de comprender, como cuando los riachuelos nos proveen de peces para alimentarnos y las plantas de algodón nos dan materiales para nuestra ropa. Otros son menos obvios, como cuando los árboles eliminan contaminantes de la atmosfera o los arrecifes coralinos protegen las costas de los huracanes.
Acciones humanas, como contaminar las aguas o la quema de combustibles fósiles, pueden tener impactos negativos en los servicios ecosistémicos. Un ejemplo es la deforestación. Los árboles proveen el servicio ecosistémico de almacenar gases de efecto invernadero, que son gases como el dióxido de carbono y el metano que atrapan el calor del Sol en nuestra atmosfera y contribuyen al calentamiento global. Cuando se da deforestación y muchas hectáreas de árboles se talan, más gases de efecto invernadero irán a la atmosfera.
Imagina cómo sería la vida sin servicios ecosistémicos como estos. Sería mucho más difícil vivir sin agua purificada, fruta y verduras como comida, ni plantas que ayuden a los científicos a hacer medicinas. ¿Qué servicios ecosistémicos puedes pensar que te ayuden?
Con tal de preservar nuestros servicios ecosistémicos, la gestión de los ecosistemas es una herramienta importante. Los humanos y la naturaleza están fuertemente conectados, y mediante la investigación y creación de normas, la sociedad puede proteger los ecosistemas y los servicios que estos dan a la gente.
Por ejemplo, una ley en los Estados Unidos llamada Clean Water Act (Acta del Agua Limpia) controla la contaminación acuática. Esto ayuda a asegurar que la gente pueda tener acceso a agua limpia y pura.
Otra forma de gestionar los ecosistemas es realizar investigaciones a largo plazo, como cuando los científicos estudian las plantas y los animales durante muchos años en un ecosistema desierto. Esto les ayuda a entender cómo los cambios en un área pueden afectar el ecosistema a escalas de tiempo grandes. Los resultados de las investigaciones pueden entonces ser usados para crear las mejores estrategias y normas posibles para ambos la gente y los ecosistemas.
Imágenes adicionales a través de Wikimedia Commons. Imagen de chico bebiendo por DFID – Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido.
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